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Blog Personal de Itxu Díaz

periodismo

En esto andamos

http://twitter.com/dicaxpress

Tres exclusivas musicales en 24 horas

Tres exclusivas en 24 horas. Ayer fue un buen día para el Grupo Multimedia. Hemos podido ofrecer tres informaciones exclusivas, de distinto calado.

En Popes80.com:

Amaia Montero pone la cabeza en un nuevo disco:
http://www.popes80.com/noticias.php?id=1726

Lo nuevo de Bunbury podría retrasarse hasta diciembre:
http://www.popes80.com/noticias.php?id=1729

En El Confidencial Musical:
El disco de Quique González se agota en sólo unas horas
http://www.elconfidencialmusical.com/noticias.php?id=0001149

En septiembre llega Music As Follows

En unas semanas comenzará a rodar la maquinaria de la nueva revista musical española destinada al público internacional, llamada "Music As Follows". Más información: http://www.popes80.com/noticias.php?id=1560

Aquí dejo parte de la info oficial sobre este nuevo proyecto: 

Music As Follows (musicasfollows.com) es una nueva revista musical española, que se edita en inglés y está destinada al público internacional. Una apuesta original que acercará las mejores noticias, reportajes de investigación y entrevistas de El Confidencial Musical a los internautas de habla inglesa. Music As Follows se ofrece también en formato Newsletter confidencial, que recoge periódicamente los contenidos publicados en la web, lo mejor de El Confidencial Musical, y una ventana de aproximación a la música española.


Una de las grandes peculiaridades de Music As Follows es su vocación de promoción de la música española en otros mercados. “Spanish Pop News” acercará puntualmente la mejor información musical de 
Popes80.com al nuevo público internacional de Music As Follows, tratando de ofrecer una visión real de los grupos más interesantes y representativos de nuestro panorama nacional.

“Contributors” es otra de las propuestas más interesantes. Music As Follows cuenta con una atractiva plantilla de columnistas y críticos musicales americanos y británicos, que ofrecerán periódicamente su visión sobre la actualidad musical internacional, los lanzamientos, la música de ayer y otros aspectos de interés. Algunos de estos colaboradores publicarán también, a partir de ahora, sus mejores artículos, traducidos al castellano, en la nueva “Tribuna de Opinión” de El Confidencial Musical.

Music As Follows ofrecerá noticias, reportajes y entrevistas sobre grupos y artistas, sobre la industria musical, sobre medios de comunicación musicales. Cuenta además con una sección dedicada a la actividad social de los artistas, un espacio para colaboraciones de los lectores y un apartado con los mejores videos.

Esta nueva revista musical estará dirigida por el periodista digital 
Itxu Díaz, responsable también de Popes80.com y El Confidencial Musical, que contará con el asesoramiento de los periodistas y críticos musicales americanos que integran la plantilla de colaboradores de la sección de opinión. Los contenidos serán elaborados por las diversas redacciones de los medios musicales del Grupo Dyal.

Music As Follows es la nueva propuesta del Grupo Multimedia Dyal, con diez años de experiencia en el mundo de los medios y revistas digitales. Con este lanzamiento Dyal (www.dyal.net) amplía su catálogo de medios que incluye el prestigioso diario digital de pop español, Popes80.com; el primer confidencial de la música, El Confidencial Musical; la web para gerentes

 

¿Son una novedad las amenazas a un periodista?

Si está mal vista la práctica del periodismo independiente. Si es peligrosa y se paga cara la libertad informativa. Si situarse fuera de los únicos dos caminos posibles significa recibir el rechazo de la mayoría. ¿Por qué se sorprenden ahora las asociaciones de periodistas con lo sucedido en la rueda de prensa del ministerio de trabajo? ¿No vemos a diario insultantes convocatorias de prensa en las que no se permite ni preguntar? ¿En la práctica, no es precisamente evitar que la libertad de prensa estropee la buena imagen de su ministro la función de los asesores de comunicación? ¿No se trata de comunicar sólo que se quiere comunicar? ¿De qué se sorprenden y escandalizan a estas alturas?

El periodismo es y será una profesión diferente, una labor fundamental para la libertad democrática, mientras existan periodistas dispuestos a defender valores antes que siglas, y a jugárselo todo por contar la verdad. Cuando el periodismo es engullido por los políticos y los poderosos, no se transforma, desaparece lentamente. Una desaparición lenta que lleva ya tiempo produciéndose... 

Quizá, la única diferencia es que esta vez lo han filmado y lo han subido a YouTube.

Pese a todo, hay que dedicarle una sonora ovación al periodista amenazado en el ministerio de Trabajo y un reconocimiento especial al responsable del TVE que supervisió y decidió emitir las polémicas imágenes en el telediario. En eso consiste la imparcialidad en una cadena pública, pese a que yo siga viendo incompatibles ambas cosas.

Por cierto, ojalá pierda, pero apuesto lo que quieran a que no dimite. En España, en el mundo de la política y su entorno, este tipo de sujetos sólo dimiten cinco minutos antes de que los cesen. Y los ceses también están mal vistos. Antaño eran signo de fortaleza y liderazgo, pero hoy, parece ser, son exhibición de debilidad y reconocimiento público de problemas internos. Ya ven, cosas de los estrategas...

Punto y aparte

De ser cierto –que lo parece-, supondría una bajada de telón en la historia del periodismo nacional. De no ser cierto, el momento también sería histórica. Pase lo que pase el color del cielo ha cambiado, que dirían los indios. Punto y aparte. Nada nuevo y nada viejo. Todos los buenos han tenido enemigos. Todos los influyentes han sido pasto de la envidia. Todos los líderes son perseguidos. Todos los triunfadores sienten la tentación de la soberbia. Todos los personajes mediáticos representan un papel, que equivoca sus pasos a veces, y que pisa donde debe en otras ocasiones. Lo que sucede es que algunos pisan siempre donde no deben y equivocan casi siempre sus pasos. Pero eso es otra historia diferente.

 

Durante años he tenido claro que una cosa son las palabras y otra la libertad. Que una cosa son las opiniones, y otra la independencia. Que una cosa son los intereses, y otra la honradez. Durante años –estos últimos- le he dado vueltas a algo que ahora ya no dudo: el periodismo en España carece precisamente de esas cosas por las que ahora protesta. Se quejan por algo residual, protestan por la excepción, por lo minoritario. Si hay algo que no se perdona en esta profesión es la libertad y la independencia. No es extraño. En un gremio en el que la mayoría son irremediablemente dependientes, ¿cómo iba a soportarse y respetarse la independencia?

 

Hoy no hay vuelta de hoja. ¿No escuchan ya las palmas y jaleos del pensamiento único? Es la única alternativa. Lo políticamente correcto es agachar la cabeza ante todo lo que todo el mundo sabe. Ese “todo el mundo” que nos tiraniza, que nos humilla, que nos vuelve idiotas. Desde hoy, y desde hace años, está prohibido el salmón. Está desactivada la discrepancia. Serán marginados los que traten de ir por libre, los que traten de seguir su propio camino.

 

La campaña ha sido intensa, injusta e insoportable. Hemos escuchado de todo, hasta el punto de que nos hemos hecho suyos, por primera vez, pese a que nunca hemos querido pertenecer a nadie. Ni siquiera a ellos. De hecho, no pertenecemos –no pertenezco- a nadie, al menos de este mundo. Pero da igual. Cuando caiga –y haría falta otro milagro para que no fuera así- el último gran reducto de salmones, conflictivos e independientes, se alzarán copas en todas las casas: las rojas, las azules, las verdes y las blancas. Brindan por el mismo triunfo: el del silencio. El de la tristeza. Porque lo quieran o no, en buena parte, podremos considerarlo el triunfo del silencio. Y de la tristeza.

 

Otra cosa es lo que yo crea de todo esto. Y creo algo muy diferente a lo escribo. Las fórmulas se agotan y los tiempos mueren. Las etapas terminan en la vida. La resistencia no puede ser eterna. Y mucho menos cuando el enemigo es sucio y traidor. Los golpes cuentan, las heridas cada vez cicatrizan peor. La mente se nubla y la defensa ya no es tan precisa, las palabras no son tan exactas, las estrategias se vuelven, muchas veces, suicidas. La salud también se erosiona. Es claro que no todo en la vida merece la pena. Y cuando no lo haces por la plata, o no sólo por el metal, hay veces que es mejor saltar al vacío y darle aire a esos músculos del cuello, duros como piedras desde hace años. Probablemente la vida vuelva a abrir puertas. La decadencia profesional es permanecer pese a todo, cuando ya no hay esperanzas de casi nada. Ha de haber una razón de peso, una excusa moral, un algo de gran tamaño que justifique la sinrazón de la perseverancia sin esperanza.

 

No me quejo del maremoto mediático. Me atraen las situaciones históricas del periodismo, sobre todo al ver que mi sueldo no está implicado en ellas, que la sinceridad es virtud recomendable hasta el último suspiro. Me atraen las batallas mitad propias mitad ajenas –las muy propias causan miedo, las muy ajenas, indiferencia-, se ganen o se pierdan. Eso no me preocupa. Me preocupa, y si acaso me asquea, los que aplauden con las orejas por pura venganza, por odio. Que son legión en las últimas horas. La envidia y el odio, y a veces la traición, son las lacras de todas las épocas. Las bailarinas más feas de todas las fiestas.

 

Dicen que sobreviviremos y lo creo. La independencia no nació para morir y nosotros tampoco. La independencia y la libertad son banderas independientes y libres, no están manchadas por los errores -más que notables- de ellos y nosotros. Es más: tal vez haya que definir quienes somos nosotros y asegurarnos de que existimos. Una vez que nos encontremos no habrá mucho que temer. A mí al menos no me asusta la evolución natural de las cosas. No me preocupan los cambios de ciclo. Aunque las sonrisas y los brindis de los cobardes me avergüencen, como siempre. Y aunque incluso en la cloaca sea justo distinguir entre ratoncitos, ratones, y ratas.

 

Hay hechos y rostros que han marcado una época. Hay muchas ideas y pocas estrategias, y es de agradecer que sea así. De lo contrario no habría ningún legado que proteger. Han creado una forma de ver y analizar la vida que, aunque sólo sea por descreída y por escéptica, merece el respeto de la clase intelectual española. Siempre olvido que esa clase no existe.

De fuentes, exclusivas y malas artes en el periodismo

En la ruleta periodística hay algunas constantes. El león grande teme a la pulga, pero ignora al león pequeño. Regreso de la selva para tratar de facilitar la comunicación tras el fracaso de la metáfora. Quiero decir que en el día a día del mundillo periodístico hay una serie de errores y vicios que no cambian, que se repiten una y otra vez, en todos los bandos, en casi todas las redacciones.

Los grandes medios de comunicación acostumbran a ventilar, exponer y difundir el código ético del buen periodista. La búsqueda de la verdad, las grandes consignas de la facultad y todo eso. Sin embargo, muchas veces toda esa doctrina periodística se esfuma en la práctica diaria, en pequeños detalles. Uno de esos vicios, de esas malvadas obsesiones, de esas manipulaciones llenas de cinismo, es la ocultación consciente de las fuentes cuando se trata de investigaciones de interés que han sido realizadas por otros medios competidores de menor entidad.

La historia está llena de errores gigantescos en este sentido. Quizá la gran mayoría carecen de impacto en la audiencia del gran medio de comunicación y las denuncias que trate de difundir el medio más pequeño ofrecerán resultados irrelevantes. Por eso pasan inadvertidos. A veces esta práctica consistente en hacerse eco de una exclusiva de otro medio más humilde como si fuera propia -sabiendo que siempre se cuenta con la ventaja de tener más influencia, y por tanto más credibilidad en caso de disputa con el medio expoliado-, se efectúa de mala fe y de forma deliberada. Quién actúa así se retrata y, quizá, no merecería más comentario. Su pena es el descrédito, que tarde o temprano saldrá a la luz. Pero otras veces la línea que divide las buenas prácticas periodísticas de la malas no es tan nítida.

En efecto, cuando se produce una investigación periodística sobre un asunto de cierta importancia, no hay que suponer siempre que se está realizando en exclusiva. Especialmente si se trata de cuestiones de actualidad. Como afortunadamente existe la competencia entre medios de comunicación, es posible que varios medios compartan datos de una misma investigación, no porque se los hayan pasado unos a otros, sino por cualquier otra razón: pueden desde compartir a una misma fuente, hasta llegar a la misma conclusión por partir de las mismas pruebas. Hasta aquí no hay mayor problema. El lío surge a la hora de plantear la información.

¿Cuándo un medio de comunicación tiene derecho a etiquetar como “exclusiva” una información? En principio, cuando quiera. La etiqueta exclusiva, o señalar que se trata de una información “en primicia” no constituye ningún tipo de certificado oficial, ni garantiza nada. La credibilidad de quien maneja estas señalizaciones es lo único que está en juego, por lo que, ante todo, se supone que deben utilizarse estos términos de forma responsable. Sin embargo, a pesar de que en principio cualquiera tiene derecho realizar estas indicaciones, la única pauta de la que el periodista puede guiarse a la hora de decidir si una determinada información es o no una exclusiva, es su propia conciencia. Es posible que sus jefes y directores no lo sepan, quizá tampoco sus competidores o incluso algunas de sus fuentes, pero no hay duda de que el periodista o los periodistas que realicen la investigación sabrán finalmente si el reportaje que han elaborado constituye o no una información exclusiva. En primer lugar, por la forma en que han averiguado los datos. Normalmente esto es suficiente para determinar si la información es exclusiva o no. Pero en segundo lugar, lo habitual es que quienes están elaborando la información estén al tanto de lo que los competidores publican o dejan de publicar sobre el mismo caso -y por tanto, sabrán si lo suyo es novedoso o no-. Donde digo competidores algunos preferirán decir colegas. Es lo mismo. 

¿Y si se adelantan? Puede suceder que uno esté elaborando el resultado de una novedosa investigación periodística y que días antes de publicarlo otro medio de comunicación se adelante publicando parcialmente la misma información. Si hay sospechas de que puede haberse producido una fuga de información desde la propia redacción, es evidente que hay que tomar las medidas oportunas. No obstante, este no es el caso más frecuente. Lo normal es que el otro medio de comunicación estuviera realizando la misma investigación, y haya sacado los datos antes, o bien porque han podido atar antes cada extremo de la información o bien porque han decidido arriesgar más. Sea como sea, a partir de ese instante debemos exigir el juego limpio. Desde ese momento, la información que se estaba elaborando en exclusiva ya no lo es del todo, y en cualquier caso no es una exclusiva sólo propia. El buen periodismo exige, desde entonces, reconocerle al adversario la autoría de una parte de la información -o bien reconocer su publicación más veloz, sin más-, sin que esto esté reñido con una explicación exhaustiva de lo sucedido a la propia audiencia a través del medio que se considere oportuno. Esto debe cumplirse también -y quizá, diría, especialmente- cuando la fuente que se ha adelantado es un medio de comunicación más humilde o más pequeño. Aprovecharse de esa circunstancia para ponerse medallas ajenas es exactamente lo contrario de lo que se espera de alguien a quien miles de lectores u oyentes confían la labor de la investigación periodística honrada y rigurosa.

La credibilidad, en esto, se gana con años de trabajo. Pero se puede perder en dos días.

La tele de nadie

A veces se habla de la tele de todos. Pero siguiendo la Primera Ley de Calvo Poyato ("el dinero público no es de nadie") habría que matizar y hacer referencia a "la tele de nadie". No sé. Pero hoy José Apezarena publica una interesante reflexión en su blog bajo el título "No hacen ninguna falta televisiones públicas". Coincido al cien por cien. Ninguna falta. Ningún bien. Mucho mal.

No era la Cope, era la libertad

Leo hoy que el presidente del CAC propone ahora, en un libro de inminente publicación, meter sus manos-tijeras en Internet. O sea, no contentos con arrebatar licencias a las emisoras de radio que han criticado al gobierno catalán, pretenden seguir con la asfixia liberticida en Internet. Hay algunos que han nacido para lo que han nacido. La pena es que con lo grande y bella que es Cuba, vivan en España.

 

El problema de esta película de terror que estamos viviendo es que han tenido buen cuidado de iniciar esta operación de censura atacando a unos medios sí y a otros no. No sólo por el trasfondo ideológico de los que sí y de los que no, sino también porque sabían que dividiendo al bloque mediático –habitualmente bastante divido en España- sería más fácil cortar a su gusto el resto del pastel sin que nadie pueda alzar la voz. Naturalmente, los “amigos de la libertad” que habitan en el resto de los medios no afectados por el asalto del CAC a la Cope y Punto Radio, se han apresurado a guardar silencio cómplice, en el mejor de los casos, y a sonreír ordinariamente y aplaudir como cerditos, en el peor de ellos. El problema de celebrar que un organismo dependiente del poder corte las manos a un enemigo es que, sin pretenderlo, estás dando el visto bueno a que mañana te las corten a ti. Este sencillo razonamiento no lo entienden… al menos hasta ahora.

 

Por eso los censores se animan y siguen con el festival dictatorial. Como han visto que se pueden cerrar emisoras de radio y que todo la respuesta que obtienen es una manifestación organizada por Ciudadanos de Cataluña, un poquito de solidaridad de cierto sector minoritario de la cultura española, y poco más, se han animado y enfocan ahora su cañón hacia la gran jungla de la libertad que representa Internet. Todavía no disparan porque ahora en España las cosas ya no se hacen como antes. Los nostálgicos del totalitarismo –que son legión- ahora ya no sacuden directamente. Primero acusan, después señalan, más tarde insinúan, razonan, lanzan globos sondas de colores, vuelven a acusar y caldean el ambiente. Finalmente, cuando actúan, la ciudadanía borreguil –que también es legión- ya está lo suficientemente manipulada como para aceptarlo sin mayores reflexiones. Así hizo el CAC con la Cope y así parece querer hacer con Internet. De momento, el primer globo sonda ya luce en el cielo. ¿Y si regulamos? Porque utilizan ese verbo, “regular”.

 

Por eso ahora ya no apuntan sólo a una radio concreta, sino que dirigen su dedo sancionador al epicentro de la libertad de prensa del siglo XXI… ¿Y ahora qué hacemos? Habría que preguntárselo a los que han mantenido ese silencio cómplice y a los que han aplaudido entusiastamente. Y por supuesto, también a los que han sido premiados por accidente en el reparto posterior. O sea a La Razón, a El País, a Antena 3, a Onda Cero, a Público, a la Cadena Ser y demás... ¿Qué hacemos ahora? ¿Sonreímos también? ¿Recurrimos de nuevo a ese “poderoso razonamiento moral” que han utilizado algunos en los últimos días… al ”qué se joda Jiménez Losantos” también?

 

Evidentemente tenemos un problema. Lo ha dicho la Cope desde el primer día y muy pocos han querido escucharlos: no era la Cope, era la libertad de expresión.

Afortunadamente, en Internet no lo tendrán tan fácil. Pero la mera insinuación "reguladora" asusta. Asusta y, sobre todo, retrata a esta banda "reguladora" que se sostiene, no conviene olvidarlo, con tus impuestos, se reafirma con tus votos y se crece con tus silencios. No lo olvides.

Nada de escuchar: ¡pensar!

Dice el periodista Manuel Campo Vidal, en El Imparcial, que "el gran reto de los periodistas es escuchar". Desconozco cuál será el gran reto de los periodistas en otras latitudes del mundo. Sin embargo, no me cabe ninguna duda de que aquí, en España, el "gran reto" de los periodistas es pensar. Pensar por cuenta propia, por sí mismos.

Escuchar, para un periodista, es facilísimo y no garantiza, en ningún caso, decir la verdad, cuando se trata de plasmar lo que uno ha escuchado. Pensar. Esa es la gran receta. Sobre todo ahora que cada vez se pretende acabar con esa tarea fundamental de "enseñar a pensar" en en las escuelas y facultades, ahora que ¡quieren matar la filosofía! El reto es pensar, sin duda. ¿Escuchar y contar? Claro que no: los periodistas tienen que pensar por sí mismos, ser buenos críticos. Lo otro son loros, no periodistas.

Un premio a La Gaceta de los Negocios

No hace mucho publiqué aquí un análisis sobre la nueva Gaceta de Los Negocios. En el texto, que se puede leer aquí, defiendo que el actual diario económico-generalista es una buen ejemplo de "periodismo moderno". Tanto en su diseño como en su contenido, y su original distribución.

Por todo esto y por lo detallado en el mencionado artículo publicado en este blog, me alegro de que La Gaceta de los Negocios haya recibido el premio ÑH5, "por el mejor diseño de España en 2008. Se trata del concurso ÑH5 "Lo Mejor del Diseño Periodístico España & Portugal 2008". La Gaceta ha sido galardonada por ser el mejor diseñado en España en la categoría de 20.000 a 80.000 ejemplares y ha obtenido una mención al rediseño de 2008. (Puede ver la noticia aquí en La Gaceta)

Es sin duda una gran noticia que se premie el buen trabajo. El periodismo avanza gracias a apuestas arriesgadas como la que ha llevado a cabo La Gaceta de Los Negocios en los últimos años. Salgan bien o mal. Y con independencia del resultado empresarial de la operación, el periodismo ha ganado con este nuevo concepto de diario al que muchos mirarán de reojo en los próximos años.

Las tres ces


Crisis. Comunicación. Continuidad. Son tres ces tontas porque no enseñan nada y porque su relación es más conveniencia del firmante que vínculo demostrable. Pero tres ces, al fin, que así formulo: la Crisis también se deja ver en el mundo de la Comunicación. La Continuidad es la fórmula por la que están obtando los principales espacios radiofónicos, televisivos y mediáticos de todo tipo. Se anuncian grandes novedades para ofrecer en septiembre más o menos lo mismo que en junio.

Las tertulias de todas las radios tienen el mismo color, y la ilusión y las ganas de comenzar una nueva temporada, y hacer que sea la mejor del mundo, sólo se da en algunos medios muy excepcionales.

La Crisis también afecta a la Comunicación. Y la Continuidad -reduciendo costes- es la solución... de los más aburridos y de los más cobardes.

Septiembre o se empieza renovando y con ilusiones o no se empieza.

La nueva Gaceta de los Negocios: un periodismo moderno

La nueva Gaceta de los Negocios: un periodismo moderno

Una de las razones por las que no me aburre el mundo del periodismo es por su condición informe y cambiante. Que la actualidad sea la materia prima de esta producción provoca su constante mutación. El periódico de mañana es una losa sobre el presente. Ese nervio y esa presión hacen que la prensa escrita convencional sufra las propias consecuencias de su razón de ser. Por eso muchas veces son noticia lo propios medios.

 

Recientemente ha sido noticia –dentro de la noticia- La Gaceta de los Negocios, tras convertirse en un nuevo periódico, con muchas variaciones con respecto a su versión anterior, y con notables diferencias con el resto de los medios impresos que abarrotan cada día nuestros quioscos. Me gustaría dedicar en fechas próximas algunos artículos en este blog a analizar algunas de las novedades y cambios más importantes de esta nueva Gaceta. La frase puede tomarse como una declaración de buenas intenciones, muy previsible en el día en que hemos comenzado las vacaciones de Popes80.com. Espero poder continuar el análisis dentro de algunos días. De todas formas, expondré a continuación una amplia parte del mismo.

 

La razón de mi interés en el cambio de La Gaceta no es otra que mi propia experiencia positiva. Presté atención a la anunciada salida de la nueva versión del periódico hace algunos meses y desde entonces leo frecuentemente La Gaceta de los Negocios, con una intensidad, atención y curiosidad que no alcanzo en ningún otro medio, excluyendo la televisión durante retransmisiones deportivas. Incluso en medios más afines, o cuya información me pudiera parecer más interesante, no alcanzo el nivel de profundidad e interés que logro en La Gaceta. Después de algunos meses creo haber dado con las claves de este magnetismo hacia el periódico que dirige ahora José María García Hoz.

 

Lo primero que han hecho –y lo han hecho muy bien- es fabricar un diseño moderno, claro y cómodo. Supongo que la apuesta por hacer un periódico en color al completo es una de las causas de haber subido hasta los 1,50 € su precio. Sin embargo, probablemente haya merecido la pena, aunque como consumidores un precio superior a la media siempre nos parecerá excesivo. Pero el diseño es la primera de las claves de la actual Gaceta. Ni El Mundo, ni el reformado El País, ni la agradable maquetación de La Razón, ni ninguno de los diarios económicos existentes pueden igualar en este aspecto -nunca mejor dicho- a la nueva Gaceta de los Negocios. Incluso ese magnífico detalle de que las "páginas salmón" no sean íntegramente "salmón" -¡qué difícil es describir esta tontería y qué facil verla con el periódico en las manos!-, sino que sean blancas pero con un amplio recuadro de fondo rosado, me parece un oportuno acierto.

 

La segunda clave ha sido muy comentada en ámbitos periodísticos: el giro suave pero firme de La Gaceta, desde el diario económico que era ayer hasta el diario generalista que es hoy. El secreto no está en que los lectores de prensa económica seguirán encontrando, más o menos, la misma información que antes. No. La clave está en que los que no compramos habitualmente prensa económica podemos leer un buen periódico generalista, sin necesidad de sumergirnos en el mundo de las finanzas obligatoriamente. Además, la propia parte económica del diario es ahora mucho más inteligible que la de otros periódicos. Y la razón de esto es la clave número 3.

 

La tercera clave de la nueva Gaceta está en convertirse en uno de los primeros periódicos en comprender que el periodismo convencional de la era Internet ha de adaptarse a los nuevos tiempos. Esto no es un deseo, una frase bonita, o una opción, sino una obligación. Una condición obligatoria para los que quieran sobrevivir en los próximos años. Ya no es tan importante recoger la última hora en los medios impresos, porque siempre Internet ganará esa batalla. Sin embargo, sí hay un amplio recorrido para mejorar en la profundidad de las informaciones y en la posibilidad de ofrecer una forma diferente de dar las noticias. En ese aspecto, La Gaceta presume de tratar de explicar por qué suceden los acontecimientos que son noticia cada día, e incluso presume también de facilitar claves para comprender lo que pasará con ellos en el futuro. Me parece que éste es uno de los grandes retos de la prensa impresa convencional del siglo XXI. Y es también la causa de que en La Gaceta uno pueda leerse todo el periódico, de principio a fin. Incluso aquellas noticias que quizá en otros medios pasaríamos por alto, porque nos interesan menos o porque no las comprendemos lo suficiente, en La Gaceta uno sí puede leerse. Allí puede leer gustosamente noticias económicas, deportivas, artísticas o científicas, porque están explicadas de una forma asequible, sin renunciar al rigor o a la calidad. Se explica el por qué de las cosas, no sólo el clásico qué, quién, cómo, cuándo. Para manifestar con claridad este cambio desde lo más pequeños detalles, los responsables de La Gaceta incluso se han atrevido cambiar las habituales, obsoletas y aburridas secciones que mantienen casi todos los medios -nacional, economía, cultura...- por el original formato "Historias / Claves / Tendencias".

 

La cuarta –y última que trataré hoy- clave de mi admiración por la nueva Gaceta pasa por una línea editorial flexible pero asumible. Es más que probable que yo no esté de acuerdo con muchos de los planteamientos que el periódico vierte en sus informaciones, en sus columnas o en sus editoriales. Eso es normal y sucede en todos los medios. Sin embargo, la actual Gaceta de los Negocios respeta un ideario común que fácilmente podría asumir un alto porcentaje de los lectores de diverso espectro ideológico. Se trata de aspectos políticos y sociales comunes a casi todos, como la libertad, el respeto por la democracia, la defensa de la vida, el apoyo a lo español, o el cuidado del medio ambiente. Como digo, dentro de estas pautas, uno puede después no estar de acuerdo con lo que se dice, pero La Gaceta permite ese margen que el lector de periódico siempre agradece, incluso cuando discrepa abiertamente con ciertas interpretaciones o informaciones, como a mí me sucede con mucha frecuencia.

 

No he podido informarme aún de cómo está siendo la repercusión en ventas de esta nueva etapa del periódico. Me dicen que no está marchando todo lo bien que podría esperarse. Es posible que el público español necesite un tiempo para asimilar este tipo de cambios. Es posible también que a los lectores les cueste asumir que deben pagar 1,50 € por un periódico que es generalmente mucho más delgado que los otros. Sin embargo, el error está ahí, en quien se queda en el aspecto. En el interior se puede comprobar que, al contrario que en otros periódicos, casi no existen páginas de trámite en La Gaceta. Todo se lee. En todo caso, habrá tiempo de hablar de todo esto cuando confirme con datos cuál está siendo el impacto de este renovado periódico económico, muy oportunamente reconvertido a semi-generalista.

 

Estoy convencido de que actualmente podrá haber periódicos mejores o peores que La Gaceta de los Negocios, y que el diario de García-Hoz tendrá mil y un aspectos mejorables, pero dudo mucho que haya en España algun diario más moderno, en términos puramente periodísticos. Si quienes ahora comandan la nave del periódico aguantan el tirón, el tiempo les dará la razón. E incluso aunque no aguanten, también se la dará, porque tarde o temprano los principales periódicos nacionales tendrán que salir de la Edad de Piedra en la que viven desde hace años. Pero esa es otra historia.

¿Implicación o imparcialidad en el periodismo? ¡Implicación!

Cada vez estoy más seguro de que la clave para lograr un reportaje periodístico de éxito –una historia de éxito, dicen por ahí- es implicarse en la historia del protagonista. No coincido con los que creen que la mayor virtud del periodista es saber mantenerse al margen de lo que sucede, y contar la realidad sin posicionarse. Desconfío –he hablado de esto en “Un ministro en mi nevera”- de los que dicen que practican un periodismo totalmente imparcial. Prefiero leer a quienes presumen de implicarse al máximo en las "historias" que redactan e investigan.

 

Porque la clave está ahí, en implicarse. En introducirse en el personaje. En el protagonista o protagonistas. Sea para despreciarlo, si se trata de un asesino, o sea para aplaudirle, si se trata de un héroe. Al implicarse en la historia que uno está contando, se sienten mejor los matices. Al entrar al fondo, uno vive experiencias cercanas a lo que cuenta, y puede ofrecer una visión más profesional, más completa. Una visión que será mucho más aceptable, también desde un punto de vista moral. Porque desde la distancia y el desinterés sólo se transmite al lector eso mismo: distancia e desinterés. Desde el entusiasmo, sin embargo, se transmite entusiasmo. Un periodista que no entusiasme a sus lectores -incluso cuando la noticia no tenga ningún interés para la mayoría- es un hombre profesionalmente muerto.

 

En el arte de la entrevista, por ejemplo, la implicación en el personaje es casi todo. El entrevistador es un buscador de oro sumergido en el río que recorre el corazón y la cabeza del entrevistado. El entrevistado suele tener oro, aunque no siempre esté a la vista, y no siempre sabe mostrarlo. El entrevistado, además, no siempre es buen orador.Encontrar el oro o no es éxito o fracaso del periodista. Los buenos periodistas encuentran ese oro, los juntaletras se lo inventan.

 

Por todas estas viejas reglas aún hay quien se empeña en recordar que el periodismo es una vocación. Hay que servir y hay que admirar la búsqueda de la verdad, la investigación, el trabajo y la literatura. Es, en fin, una vocación rara y una profesión sorprendente, a la que casi ninguna se llega a propósito.

Cerrar el grifo a los confidenciales

Los llamados "confidenciales" de internet se han convertido, de largo tiempo a esta parte, en una fuente obligada para periodistas políticos -y políticos no periodistas-, económicos, analistas diversos y adictos a la actualidad de tipo "B". Su credibilidad no está en juego, como cacarean algunos jefazos de medios convencionales, que tiemblan ante la posibilidad de que alguien les quite un trozo de la tarta. En todo caso, estará en juego tanto como la de cualquier otro medio de comunicación. Con la diferencia de que los confidenciales trabajan sobre el rumor y la investigación, sobre fuentes no oficiales, no se limitan a resumir notas de prensa emitidas por gabinetes de comunicación, como otros hacen a diario. Esto significa que sus informaciones son más arriesgadas, pero también más atractivas, y frecuentemente carecen de esos maquillajes que desvirtúan lo sucedido.

Sin embargo, sería imprudente decir que la información "confidencial" en España se ha mantenido inmóvil, en su calidad y en su fiabilidad, durante los últimos años. Han aparecido nuevas apuestas temáticas -como El Confidencial Musical- y otros generalistas han aumentado su volumen de información diario. Sin embargo, también la clase política y empresarial parece estar aprendiendo a manejar la "información confidencial" como un arma para generar despiste, o simplemente para ajustar cuentas con su entorno. No es una práctica nueva, ni mucho menos, pero parece que en los últimos días -sirva como ejemplo lo que se cuece cada minuto en el horno de la calle Génova- se está extendiendo sin control en todas las direcciones y no pocos de estos medios están sufriendo las consecuencias.

Esta fiebre del "intoxica que algo queda" se está notando, y no necesariamente en los confidenciales, sino en toda la prensa. Porque de sobra es sabido que la prensa convencional se fija en los confidenciales antes de realizar sus análisis y predicciones. Hace poco había escuchado que en determinados círculos empresariales -tras algún susto informativo, con forma de rumor fundado, aparecido horas antes de alguna importante rúbrica, imagino- se hablaba de "cerrar el grifo a los confidenciales". Ahora a esto se le podría llamar de otra forma: envenenar el agua del grifo de los confidenciales.

Es una dificultad añadida trabajar así, pero también una oportunidad para que los mejores medios demuestren por qué lo son. Al fin y al cabo es más fácil envenenar -informativamente, claro- a un mal periodista, que cerrar el grifo -informativo, también- a uno bueno.

Antonio Herrero, el lado justo de la noticia

Se cumplen diez años de la muerte de Antonio Herrero. Acabo de terminar de leer el libro de Luis Herrero. Rememorar de forma consciente y reposada muchos de los episodios políticos y periodísticos que rodearon sus últimos años de vida me ha servido para confirmar, una vez más, algunas cosas. Primero, que la memoria es muy frágil. Segundo, que en España no hay nada como morirse para recibir flores y aplausos, y que a veces hasta son sinceros y merecidos. Tercero, que el periodismo español vive sumido en el gran vertedero del poder desde entonces. Cuarto, que por supuesto que se le echa de menos. Quinto, que parece increíble el cúmulo de crueles anécdotas -y no tanto- que rodearon su muerte: desde la repugnante "condena" a Antonio de Aznar en La Moncloa ante el asombro de sus invitados, Luis Herrero y Federico Jiménez Losantos, hasta las bromas vitalistas de Antonio ("yo no voy a morir nunca, yo soy inmortal..."). Sexto, que muchos de sus "enemigos" supieron reconocerle su integridad y sus virtudes inmediatamente después de su muerte, aunque los más miserables optaran entonces por el silencio y hoy por continuar peleando contra quien ya no está. Podría seguir con el séptimo, el octavo y demás durante varios días, pero no es la intención de este apunte.

 

No existe ni puede existir otro Antonio Herrero. Pero su espíritu sigue guiando a algunos periodistas esparcidos por diversos medios de comunicación. Conmemorar a alguien como Antonio Herrero sólo para llorar un poco y preguntarnos otra vez cómo narices pudo morir de forma tan tonta alguien tan importante para tanta gente, no sirve de mucho. El verdadero homenaje a su memoria es que quienes se dedican, de una u otra forma, al periodismo tomen hoy lo mejor de su ejemplo. Es muy saludable ese ejercicio de pensar cómo afrontaría él tal o cual situación, porque en su capacidad de liderazgo brillaba especialmente la facilidad para saber cómo abordar los temas la actualidad sobre la marcha. Posicionarse siempre en el lado más justo de la noticia.

 

Nada más terminar el libro de Luis Herrero, “En vida de Antonio Herrero” he tomado una sabia decisión: volver a leerlo. Últimamente cuando un libro me gusta mucho o llevo tiempo esperándolo, leo demasiado rápido y paso por encima muchos detalles. Por eso lo estoy leyendo de nuevo, igual que la colección de artículos sobre Antonio Herrero “A micrófono cerrado”.

 

Se echa mucho de menos en Internet una buena fonoteca de los programas de Antonio Herrero. Yo que fui, quizá, uno de sus oyentes más jóvenes –nunca se sabe- pagaría por volver a escuchar muchos de aquellos programas, seguramente entendiendo ahora mucho más las razones de cada comentario y de cada noticia.

 

Tan sólo la COPE, Libertad Digital Televisión y algunos medios digitales han rendido homenaje a Antonio en el décimo aniversario de su desaparición. He escuchado todos los programas y ha habido momento muy emotivos. Voces –sus tertulianos- quizá alejadas de la radio que han vuelto a sonar, como entonces. También ha habido momentos muy tristes: hoy no podría tomarse la fotografía que recogía los rostros sonrientes de “aquella” COPE –heredera de aquella Antena 3 de Radio- y que figura en las páginas centrales del libro de Luis.  Algunos han muerto, es verdad. Pero el resto, a veces sin más motivos que esa estúpida vanidad que los enloquece, han puesto demasiada tierra por medio. Antonio Herrero era quizá el punto de unión y su recuerdo en el décimo aniversario debió estar por encima de adolescentes disputas impropias de la talla y experiencia de los periodistas implicados. Es un punto oscuro en unos días que se han vuelto un poco más felices porque la voz del “primero de la mañana” ha vuelto a sonar en la radio.

 

Dejo a continuación enlaces a algunos de los homenajes que he podido escuchar estos días. El de La Mañana, por ser su programa y por haber reunido a sus tertulianos es cita obligada, pero el que Enrique Campo –que trabajó en su equipo- le rindió en la noche del pasado jueves en A Cielo Abierto es uno de los programas más emotivos y bien hechos que he escuchado en la radio española.

 

- Presentación oficial del libro de Luis Herrero (aquí)

 

- Tertulia homenaje a Antonio Herrero (Parte I) (aquí)

 

- Tertulia homenaje a Antonio Herrero (Parte II) (aquí)

 

- A Cielo Abierto: especial Antonio Herrero (aquí)

Periodismo por dentro: abrazos, zarpazos y muchas ausencias

He estado viendo fotografías antiguas. Periodistas, casi todos. Los he visto nacer, estudiar, hacer el gamberro, poner la cara e incluso triunfar. Pero ha sido todo en quince o veinte fotos. Instantáneas de gestas, bonitas batallas. Envidiables.

 

He visto en sus ojos la ilusión y el desánimo. Me han sorprendido sus abrazos y sus sonrisas. Muchos de los abrazos de ayer son zarpazos hoy. Hay fotografías que hoy sería imposible tomar. Se dice que la vida retuerce las cosas a su gusto y dos personas pueden llegar a encontrarse y desencontrarse en infinidad de ocasiones al paso de los años. Pero en las primeras filas de los medios de comunicación los roces y los amores se vuelven antológicos.

 

Resulta difícil entender que quienes un día pusieron, años atrás, sus nucas sobre las del compañero, para salvar algún dardo envenenado lanzado por el poder político –o no tanto-, ahora se desprecien sin inmutarse, tanto en público como en privado. Se hace muy extraño ver ahora esas fotografías. Tal vez quince años atrás. Compartiendo sonrisas, ideales y una forma de entender el periodismo, cada uno a su manera.

 

Las vueltas vuelven a dar vueltas, a veces, y ahora que sabemos que roto el nodo se acabó la unión -que seguro hacía la fuerza-, podemos confiar en haber aprendido dos lecciones: una, que no hay que subestimar el poder y la cohesión interna que cultivan los líderes y veteranos de los principales medios de comunicación; dos, que no hay razones de peso para pensar que los zarpazos de hoy no volverán a ser abrazos mañana. Y tres -esta es de regalo-, que en los carismáticos y valientes, hay que ver el carisma y la valentía, no el color del pelo, ni la forma de pronunciar las consonantes. No sólo los grandes líderes del periodismo de ayer, ausentes hoy, trabajaron mucho por la libertad y por la información veraz en España, también los de hoy, aún vivos, pueden estar haciendo historia. Más bien, Historia.

 

Volviendo al lío de los amores y reconciliaciones en las redacciones y en los despachos. Sólo hay una razón: lo estrictamente personal y seguramente superficial, en el periodismo como en la vida, no lo es todo. Los ideales comunes, la búsqueda de la verdad periodística y las ganas de batallar por lo mismo terminan haciendo posible lo imposible. A pesar de las ausencias. Y, sobre todo, si el espíritu de esas ausencias late con más presencia que nunca.

Desconocimiento sobre las "nuevas" formas de periodismo digital

Es ya una evidencia que el "periodismo digital" ha facilitado la llegada de nuevos tipos -derivados o no- de periodismo que no siguen muchas de las habituales "pautas del buen hacer" de las comunicaciones tradicionales. Este periodismo, que en muchos casos aún no se estudia en las universidades, no sólo no comparte pautas con el tradicional, sino que no debe compartirlas, ya que cuenta con características muy diferentes. No necesariamente excluyentes, pero sí diferentes. Intentar que esas pautas fueran las mismas para cualquier tipo o especialidad periodística, sería como querer aplicar determinadas características del periodismo radiofónico a un periódico, o como tratar de que las normas del periodismo deportivo sirvieran para la información económica. Un desastre, un caos.

Esto viene porque se ha editado el libro "Periodismo en la era de Internet" ("claves para entender la situación actual de la información periodística en España"). Según el análisis que Javier Fumero ha publicado en el El Confidencial Digital, parece que el libro trata de exigir que en el periodismo digital se cumplan ciertas normas del periodismo tradicional. El autor (o autores) del libro no acierta a comprender que en la diferenciación de ambos se encuentra la virtud de la comunicación en los tiempos que vivimos. Entender los confidenciales de Internet, por ejemplo, es imposible si no se acepta antes que una información que no desvela sus fuentes puede ser de gran utilidad. Cualquiera puede entenderlo, sí, menos ciertos periodistas tradicionales. Y, no lo olvidemos, y ciertos "lectores tradicionales". Hoy en día, hablar de periodismo digital y omitir una referencia a los confidenciales, es ocultar la mejor parte, la parte realmente novedosa y revolucionaria. Y la más temida por todos los poderes, claro.

Considero, en definitiva, muy interesante el mencionado artículo que Javier Fumero ha publicado en su blog de El Confidencial Digital, bajo el título "Credibilidad, periodismo, Internet y el uso de las fuentes anónimas" (ir al blog). A veces parece que los propios hechos han terminado con el debate de la comparación absurda entre periodismos, o de los que viven anclados al periodismo tradicional y pretenden imponerlo en Internet -¡como si fuera posible!-. A veces lo parece, hasta que nace un libro así o hasta que algún director de periódico decide hablar sobre el periodismo de Internet. Donde digo hablar suelo decir arremeter. Y se vuelve a abrir este debate, cada vez con menos argumentación.

Prensa tradicional y prensa digital: casi nada que ver menos la mercancía que trasportan. La información es la única de las cosas importantes que tienen en común.

Y dejaremos de hacerles caso, y bla, bla...

Se queja el director de ABC, Ángel Expósito, en una pequeña columna en el periódico de hoy, de esta extendida costumbre de los políticos de convocar una rueda de prensa, leer un par de folios y largarse, sin permitir a los periodistas decir ni pío. No se admiten preguntas. No es el primero en quejarse. A otros se lo he leído antes.

Insinúa Expósito que un día, un buen día, a los periodistas se les inflarán las narices con este asunto y se negarán a publicar nada de lo que diga un político con este tiránico sistema.

Lo cierto es que venimos escuchando esta cantinela desde hace tiempo, pero todavía no he visto a cuatro medios de comunicación reunirse para acordar un boicot a este tipo de ruedas de prensa absurdas, que tanto cabrean a los periodistas y que tanto engañan a los lectores de periódicos.

Está bien denunciarlo en una columna como ha hecho el directo de ABC, pero es hora de menos amenazas y más hechos. Reunión y plante urgente, por el bien de la democracia.

Una maldad: cuando un periódico cambia de director

¿Cómo se sabe que un periódico o una revista han cambiado de director?

1) Cuando empiezan a aparecer gruesas letras en rojo que ponen "exclusiva" en la portada donde antes no las había.

2) Cuando desaparece esa columna que llevaba tantos años ocupando esa página.

3) Cuando el diseño de la portada se vuelve más flexible y las fotos bailan mambo sobre la mancheta, o las fotografías gigantes se hacen fuertes en la primera plana.

No es infalible, pero casi.

Proyectos digitales que se van a comer el mundo

He estado visitando tres nuevos proyectos digitales. Son portales o diarios digitales que prometen “comerse Internet” en tres días. Todavía no han empezado su andadura pero en sus webs ya ofrecen suculentos aperitivos, declaraciones de intenciones y, en los casos en que sólo se muestra un gran logotipo, son los confidenciales los que se encargan de desvelar sus próximas bondades. Me aburren.

Me aburren cada vez más los JASP, maravillosamente bautizados por un tempranero Pérez-Reverte hace años por JASG, Jóvenes Aunque Sobradamente Gilipollas. Internet y esos nuevos proyectos están llenos de JASG. Jóvenes con ideas, dicen. Expertos en marketing.

A veces hago la prueba y os lo recomiendo a todos. Si llega un mail de uno de estos JASG contando sus próximos proyectos, es buen momento para copiarlo y pegarlo íntegramente en el WORD. Verán que el corrector ortográfico se vuelve loco a cada línea. Primero porque, en muchos casos, no saben escribir. Segundo porque, de tan modernos y tan preparados que están, se inventan un idioma no reconocido por la RAE –y tampoco por el WORD-. Y tercero porque la invasión de los americanismos idiotas hace incomprensible el mail, salvo ayuda de urgencia de la Wikipedia, que ha pasado de ser un producto para seres extraños y fanáticos de la Red a ser un buen instrumento que puede sacarte las castañas del fuego en cualquier momento de tu experiencia digital.

Yo entiendo que la gente pica fácil en el anzuelo de las tendencias. Esa terminología tan moderna, tan preparada, que causa tan buena imagen. ¿Causa o causaba? Yo creo que causaba. En pasado. Supongo que en ciertos ámbitos aún será efectivo utilizar diez "anglicanismos" (esto es un pequeño homenaje a C. C., aquí tienen una colección de perlas: http://es.wikiquote.org/wiki/Carmen_Calvo_Poyato) por cada palabra en español, pero a mí me aburren sobremanera los proyectos periodísticos que basan su éxito inmediato en una maraña de palabras huecas, tecnicismos y con una filosofía cuyo único fondo real es el culto a lo freak. El anuncio molón. El buen rollito. El tú lo haces. El nosotros somos los que tu quieras. En fin... Vaya, he dicho freak.