Blogia
Blog Personal de Itxu Díaz

En España siempre, con las cosas importantes

La frase la encontré por ahí y me gustó: "no hay peor cosa que una manada de idiotas, gobernando un pais de tontos". Llega como caída del cielo para el tema que voy a abordar. No tiene fecha, ni probablemente fecha de caducidad. Pero es una verdad como un castillo. Tontos, idiotas y demás intelectuales se han propuesto impulsar hasta al fondo esta ley antitabaco inútil, incomprensible, desafiante, maleducada, cobarde, liberticida, cutre, bananera y un sinfín de calificativos más que omito por no manchar el blog que, por otra parte, estaba reluciente hasta el día de hoy.

Esta nueva ley, que mosquea a fumadores y a no fumadores, tiene difícil aplicación y peor explicación. El gobierno es incapaz de explicar a los ciudadanos cuales son los supuestos en los que se basa una ley que contempla decenas de puntos oscuros, incomoidades perfectamente salvables y sinsentidos cuyo único objetivo es crispar a un colectivo gigante como es de los fumadores. Colectivo que es, por cierto, de reciente creación, porque hasta hace unos meses ser fumador o no, no era categoría suficiente como para englobarse en un determinado "colectivo".

El colectivo de fumadores, en fin, funcionamos ahora como una pandilla de apestados sociales, caminando con pies temblorosos en la cuerda floja de la ley, siempre al borde de encender ese perverso cigarrillo, cuando el mono grita "no puedo más", y fabricarte un lío. Porque a veces enciedes el cigarrillo después de haber aguantado tanto que, por dentro, piensas, como venga alguien y me diga algo me lo como. Y si viene y te dice algo, te lo comes. Lleve gorrita y placa, americana y corbata o silvato y medias. Te lo comes.

Mañana llega el gran día, el día en que la Ministra de Sanidad, babeante de emoción, saldrá a las calle a tomar los vinos por cientos de bares para sentir el subidón de ser ministro y mandar y autoafirmarse al contemplar el éxito logrado por esta ley prohibitiva. Nada divierte más a un político que limitar libertades con una ley de consenso general -entre los diputados, claro-. Lo que pasa, que tal vez, nuestra querida ministra, comprobará que a Norte, Sur, Este y Oeste miles de bares se ven incapaces de hacer cumplir una ley que no puede explicarse. Cuando el dueño de un local de hostelería le dice a un cliente "por favor, apague el cigarrillo, aquí no se puede fumar", el cliente, muy probablemente le pedirá alguna explicación. Entonces podrá darse el caso de que no haya explicación, como sucede en cientos de casos concretos en toda España.

A mí me emociona de pies a cabeza que el Gobierno se preocupe por la salud de los ciudadanos no fumadores. Me emociona, casi tanto como me indigna comprobar que no se preocupa nada por salud de los fumadores. Recluir en minúsculos recintos, en cualquier restaurante, a treinta fumadores, para que otros doscientos comensales no fumadores puedan disfrutar de enormes salones con aire limpio es ante todo, de pésima educación, pero también es un atentado contra la salud de los fumadores. Comprendan que hay cierta diferencia entre fumarse un pitillo después de cenar y respirar el humo de setenta fumadores compulsivos encerrados en un pequeñísimo recinto. No quiero ni contarles el calvario que sufren los no-fumadores que acompañan a los fumadores a las zonas habilitadas para el fumeteo de los restaurantes.

De todas formas, la ley es la ley y ya que dicen que esto de España es un rollo democrático y esas cosas, habrá que cumplirla o al menos intentarlo. No obstante, donde la gota ha colmado el vaso de toda paciencia es en la coletilla de esta Ley irracional y represiva: cuando compruebo que los locales de menos de 100 metros que decidan ser locales de "fumadores" tendrán que retirar las máquinas de tabaco. La principal consecuencia de esta provocación -porque esto sí que no tiene más explicación que la provocación- es que si, por un casual, te quedas sin tabaco a la hora de la cena, tendrás prácticamente imposible encontrar un maldito cigarrillo en varios kilómetros a la redonda. Se acabó lo de bajar al bar a por tabaco, costumbre tan española...

Espero de todo corazón que al menos a esta ministra de Sanidad -o a quien corresponda la resposanbilidad directa de esta fechoría-, el sufrimiento de tantos fumadores -y de quienes tienen que soportar en casa a un fumador sin tabaco durante toda la noche- se cobre al menos su cartera ministerial o el cargo que le corresponda lo más pronto posible. Porque no se puede hacer algo tan mal, si no es con mala inteción.

Lamento además el supuesto consenso de todas las fuerzas políticas sobre esta ley, consecuencia directa de lo que decía al principio, de que somos un país de tontos y de que si algo es "políticamente incorrecto" hay que eliminarlo caiga quien caiga. La oposición o quien sea que no esté directamente con responsabilidad de Gobierno, debería haber rechazado esta ley, si no en el fondo, al menos, sí en la forma concreta en que se pretende aplicar. Porque tal y como están las cosas, los fumadores, esta vez, ni siquiera podremos saldar nuestra deuda cuando lleguen las elecciones, en este país tan democrático, tan moderno y tan guay.

Les dejo, que creo que los francotiradores se han ido al cambio de turno y quiero aprovechar para fumar un cigarrito, ahora que no me ven. Desgraciados.

PD: Sobre el título de este artículo: ¿es acaso la ley antitabaco una antológica y gigantesca maniobra de distracción?

1 comentario

Enrique -

la solución,facil como decía Antonio Flores:Vente pá Madrid,que aquí gobierna Esperanza!