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Blog Personal de Itxu Díaz

Dolor osa vuelta a los terrenos de juego

Mi último partido de futbito (de fútbol ya no lo recuerdo) fue hace un par de años aproximadamente. Llevaba tiempo sin jugar y salté al campo con la ilusión de un niño. "¿Y tu de que juegas?"... "De delantero centro", respondí seguro. Ala, a correr. Subí y bajé el campo con desbordante actividad ante la mirada sorprendida de los presentes. Llegué incluso a lograr varios goles en los primeros minutos. Después comenzó mi calvario. La vista nublada, dolores globales en el cuerpo... Esa extraña sensación de ver venir el balón rodando, fijar en él la mirada y ver que de pronto se vuelve cuadrado, luego triangular, luego redondo... mareos intensos.

Pasado el momento crítico me rehice, una vez que entré por enésima vez en calor. Y cuando empezaba a pasar una segunda juventud de aquel encuentro se terminó. Cogí mis cosas y me largué a casa satisfecho. Ni cinco minutos pasaron desde que terminó el efecto sudoración cuando empecé a sentir como todas y cada una de las partes de mi cuerpo empezaban a comportarse de forma extraña. Por ejemplo, no podía doblar -sin dolor agudo- el codo, ni podía caminar en línea recta sin que se desarmasen los tobillos. Pasé 48 horas en cama con fiebre y dolores diversos que fueron desapareciendo con el reposo. Conclusión: pésimo estado de forma.

Cuando jugué aquel partido, tan sólo llevaba un par de meses sin jugar. Ahora llevo dos años. Por tanto, tras el partido de hoy, que Dios nos coja confesados...

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